Que un boxeador me de un golpe seco. En el lugar justo. Sin hacerme sangrar, sin lastimarme. Quedar desmayado un tiempo. Que previamente hayan tendido una cama confortable en el piso. Que me arropen. Quedarme ahí. Que me visiten sin hablarme. Y cuando el momento sea perfecto, que otro boxeador más amable me despierte. Que me den un té o me lleven al pasto. Que me aplaudan suave. Que vayas a buscarme.
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